lunes, 20 de agosto de 2012

Espérame (fragmento)







Espérame y yo volveré, pero espérame mucho
Espérame cuando las tristes lluvias lleguen, y cuando el calor llegue no dejes de esperar
Espérame y yo volveré para que la muerte rabie
No comprenderán jamás los que jamás han esperado, cómo tú del fuego me salvaste
Es que sencillamente me esperaste como nunca nadie me esperó





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(K. Simonov)

sábado, 11 de agosto de 2012

Los Amorosos





Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. Les preocupa el amor. Los amorosos viven al día, no pueden hacer más, no saben. Siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte. Esperan, no esperan nada, pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son los insaciables, los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos. Los amorosos son la hidra del cuento. Tienen serpientes en lugar de brazos. Las venas del cuello se les hinchan también como serpientes para asfixiarlos. Los amorosos no pueden dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En la oscuridad abren los ojos y les cae en ellos el espanto. Encuentran alacranes bajo la sábana y su cama flota como sobre un lago. Los amorosos son locos, sólo locos, sin Dios y sin diablo. Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos, hambrientos, a cazar fantasmas. Se ríen de las gentes que lo saben todo, de las que aman a perpetuidad, verídicamente, de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite. Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse. Juegan el largo, el triste juego del amor. Nadie ha de resignarse. Dicen que nadie ha de resignarse. Los amorosos se avergüenzan de toda conformación. Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, la muerte les fermenta detrás de los ojos, y ellos caminan, lloran hasta la madrugada en que trenes y gallos se despiden dolorosamente. Les llega a veces un olor a tierra recién nacida, a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas. Los amorosos se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida, y se van llorando, llorando, la hermosa vida.






 (J. Sabines)



miércoles, 8 de agosto de 2012

El Túnel (fragmento)




“El suicidio seduce por su facilidad de aniquilación: en un segundo, todo ese absurdo universo se derrumba como un gigantesco simulacro, como si la solidez de sus rascacielos, de sus de sus acorazados, de sus tanques, de sus prisiones no fuera más que una fantasmagoría, sin más solidez que los rascacielos, acorazados, tanques y prisiones de una pesadilla.”


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 (E. Sábato)

domingo, 5 de agosto de 2012

Está bien




Está bien
está bien todo
está bien
sólo que el hambre mata niños
y en la oscura humedad crecen los muertos
y sin embargo está bien todo
y es grato haber llorado entre cipreses
embriagarse de tiempo
refrescar con amigos y cerveza las blancas noches de verano
anclar el corazón en algún puerto
incorporar un poco de sol al alma que habitamos
entretejer de amor las noches y los días
y sobre todo pensar que aún pertenecemos
a esta pequeña parte de la muerte
que hemos llamamos vida.



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(S. Hernández)


sábado, 4 de agosto de 2012

He aquí que tú estás sola




He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo y nos sufrimos.
Como una droga mía y tuya somos,
y una locura celular nos recorre y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar muriendo es nuestra muerte.


Ya no sé dónde estás.
Yo ya he olvidado quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo, una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos te sé,
sabes a amor, a dulce amor, a carne, a siembra ,
a flor, hueles a amor, a ti, hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor,
y nos morimos y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así,
y cuando estemos en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.






 (J. Sabines)