sábado, 9 de junio de 2012

Del amor imperfecto




No pronuncio tu nombre
por miedo a ver la herida y el golpe de la sangre.

No digo las palabras que debiera decirte.
Te miro.
Te contemplo.
Te observo.
Ojeo las esquelas y el tiempo de las nubes.

Luego digo algo inútil,
mágico,
irreparable.
Digo cosas curiosas
como decir: qué tal,
hace calor,
te quiero,
anoche he deseado tu cuerpo nuevamente.
Pero nada se oye dentro de las paredes.

Tú me miras inquieto,
decidido,
cobarde.

(Mi corazón empieza a deslizarse
por la suave pendiente de tu pelo.) .



...


(E. Lopez)